Los convenios, como la vida, son un río.

¿Verdad que con el tiempo cambian las circunstancias, los hábitos, los gustos, las amistades y hasta la talla de pantalón? Pues lo mismo ocurre con los convenios de separación. A medida que pasa el tiempo, lo que os parecía necesario, razonable, imprescindible, etc. va variando y mucho más si hay hijos que van creciendo y haciendo poco a poco su propia andadura.
Por eso es normal, y hasta saludable, recurrir a las modificaciones de medidas sin hacer de ello un asunto de estado. Todo con sentido común se puede hablar y negociar para favorecer unas medidas que se adapten al momento actual en el que se vive. Decía Heráclito que nunca nos bañamos dos veces en el mismo río y estoy totalmente de acuerdo, la vida cambia y nosotros con ella y los convenios, como las leyes en general, tienen que estar a nuestra disposición para asegurarnos unos derechos y un marco legal que nos permitan vivir con tranquilidad y coherencia. No podemos encorsetarnos y quedarnos anclados en medidas que se decidieron en otros escenarios distintos y que han quedado obsoletas por falta de información, actualización y, sobre todo, ganas de mejorar nuestras vidas. Intentemos perder un poco de miedo al derecho pues ha de estar a nuestra disposición no nosotros a la suya.