Entiendo que la palabra familia en sí misma desprende la idea de vivir en comunidad. Y que en esa comunidad se toman decisiones basadas en el amor y respecto a los miembros de la misma.
Hasta ahí bien.
Además podríamos afirmar que las decisiones que se toman si funcionan se mantienen para los nuevos miembros de la comunidad. Como mínimo es curioso, que la ruptura de una pareja de un día para otro invalide esas decisiones tomadas en el seno de la comunidad o familia. ¿Por qué si una familia ha priorizado el criterio de la proximidad del colegio al domicilio en el momento de la ruptura, bajo el escenario de una guarda y custodia compartida, uno de los progenitores caprichosamente decide ir a vivir a la otra punta del centro escolar? ¿Por qué si los menores llevan años cursando la extraescolar de balonmano uno de los progenitores de repente no está de acuerdo? ¿Por qué por ejemplo sin más se cambia la edad de disponibilidad del temido móvil justo después de la ruptura?
“Cada familia es un mundo”, es una frase que hemos escuchado cientos de veces. Un mundo creado a base de principios, valores, rutinas, horarios … Llegar de forma consensuada a ese mundo no son peanuts como para que al cruzar la línea roja de la ruptura se desvanezcan como cenizas.